Después de varias semanas fuera de circulación, vuelvo a la carretera. Semanas cargadas de situaciones laborales, emocionales y familiares que han secuestrado mi concentración la mayor parte del tiempo; y en los breves lapsos que conté con él, no encontré nada que decir.
Hoy estoy de regreso para continuar los diálogos conmigo y, lógicamente, con ustedes que me regalan algunos minutos.
Mi plan original era volver el pasado día 15, festivo en Guatemala y Centroamérica por cumplir 190 años de independencia de España. Y aunque ese día no trabajé, fue imposible dedicarle algunos minutos al asunto, y no por andar en las fiestas patrias. Me entretuve, en cambio, en las Fiestas Matrias.
Arreglos para conseguir el pastel, las bebidas y los obsequios fueron ocupación mía y de la familia, no solo el 15, sino desde varios días antes. La idea original era una fiesta sorpresa, pero la astucia de sus años, sumada a una que otra torpeza de los organizadores, impidieron mantener el secreto por mucho tiempo. Así, la fiesta sorpresa por el cumpleaños de mamá, no pudo serlo.
Fue una velada agradable en compañía del núcleo familiar más cercano. Anécdotas y chistes iban y venían, haciéndonos pasarla bien a todos los asistentes, pero especialmente a ella, que merece mucho más que una fiesta familiar. Merece, como todas las madres, el amor, agradecimiento y apoyo de sus hijos.
Por eso te digo, mamá, gracias por estar conmigo en las buenas y las malas. Te deseo en tu cumpleaños mucha salud, alegría, y sobre todo, paciencia para seguir aguantando mis locuras. Te quiero.
Que hayas podido pasar un buen momento con tu sagrada madre. Saludos amigo. C. Recinos
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