La primera vez que salí del país por una temporada
larga tenía diecisiete años.
Entonces estaba habituado a beber cerveza, pues era lo más abundante y
accesible para comprar en las cooperachas
entre mis compañeros
de secundaria. En Cuba, donde hice la
carrera de Medicina, también bebía cerveza, pero solo cuando alguno de los
amigos latinoamericanos recibíamos dólares provenientes de casa, o si tocaba
cobrar la bolsa estudiantil mensual que, aunque era poca cosa, alcanzaba para
refrescar el cuerpo ante el calor del caribe.
En esos años
me hice aficionado al ron, bebida fuerte derivada de la caña
de azúcar que, al ser mucho más barata que la cerveza y mucho más efectiva (un
litro basta para embriagar a tres o cuatro personas), era la ideal para nosotros,
estudiambres que sin mucho preámbulo,
y rodeados por una ensalada de pieles jóvenes de todo el continente, nos
sentábamos frente al Mar Caribe para beberlo sin hielo ni mezclador. Esto tiene
un valor cultural enorme en la isla, pues cada provincia tiene su producción
propia y el consumo puede ser cotidiano sin que implique emborracharse (hay
quienes se definen como bebedores de ron y
no por eso son alcohólicos); en
cambio, un palo’e ron acompaña
las cosas cotidianas como jugar dominó, leer el periódico o comentar los
partidos de béisbol nacional.
Volví
a Guatemala tras varios años, y cada vez que me topaba con un amigo me invitaba a salir para contarle de mi
vuelta a casa, desde luego, bebiendo cerveza.
Sin embargo, la marca más famosa del país se me hizo muy amarga, además
de que la resaca era exagerada en relación con la cantidad ingerida: dos o tres
botellas (poca cosa para lo usual) eran suficiente para amanecer indispuesto al
otro día. Tampoco bebo whisky. A pesar de la excelente propaganda de que
goza en todos lados, su dejo a madera nunca me ha gustado, y el vino me provoca
un bajón de azúcar seguido de un sopor muy feo.
Por eso, y por mis años en el caribe, sigo con el ron.
En
lo posible debe buscarse un ron con suficientes años de añejamiento para que se deje beber sin apuro, aunque
esto no impide que, bien preparado con agua mineral, suficiente limón y un
toque de sal, se disfrute de una bebida de menor alcurnia, como el aguardiente
nacional de la mujer oriunda de Quetzaltenango.
Aquí
en el sur del continente es muy infrecuente el consumo de ron. La mayoría de gente toma cerveza, pero yo sigo
sin tolerar más de dos vasos. Así, he optado por la que es, quizás, la
mejor salida: No beber. Sin embargo,
cuando coincido con amigos opto por el fernet,
bebida amarga preparada a partir de hierbas, agradable al gusto, potente para
entrar en calor y con buen efecto digestivo.
La
semana pasada, caminando en el centro de Montevideo, el semáforo me obligó a
detenerme frente a una licorería, y mientras esperaba el verde me acerqué a las
vitrinas. Había variedad de cerveza y
whisky, mucho vino argentino y chileno, además de algunos locales, y otras
bebidas habituales aquí como la gancia y la grappa. Sentí curiosidad por saber qué ron se vendía
y tuve que llegar al fondo del comercial para encontrarlo. Era la marca insignia de Cuba en el
extranjero, y digo esto porque, aunque también se comercializa dentro de la
isla, no es de consumo cotidiano pues se vende en dólares. Había tres variedades: Silver dry, Añejo
tres años
y Añejo
Gran Maestro. Tomé la segunda (la
primera, pobre en añejamiento,
tiene un gusto rústico y la tercera salía de mi presupuesto),
la pagué y la puse en mi mochila. Volvía a casa y la dejé junto a la puerta de
mi habitación por si hace falta llevarla conmigo. En estos días que he cumplido un año
más de vida, brindaré con un sabor conocido en un país poco conocido porque los
doce meses que vienen sean mejores que los que estoy cerrando, y de paso combatiré el clima frío que ya se ha instalado aquí.
"Si quieres tomar ron, pero sin coca cola...a Cuba a Cuba a Cuba iré"VJ
ResponderEliminarPruebe con Grapamiel
EliminarRon para el frío, en mi casa es tradición!
ResponderEliminarMe da mucha lastima que hayas pasado mal tu primer año en casa, en hospital no se notaba, se te veía como "en tu cancha"
ResponderEliminarDel alcohol ya hablamos